martes, enero 27

Por quien doblan las campanas.

Justo ayer acabé el libro cuyo título encabeza esta entrada, escrito por Ernest Hemingway.
Y paso a dejar mi opinión sobre el mismo, no sólo para que pase a la posteridad (?), sino para recordarme un poco el primer libro ya leído en el 2009.
Pues, al principio no me gustó mucho; en parte todavía no comprendo como Hemingway se pudo narrar casi 3 días en poco más de 500 páginas, pero lo narrado en las restantes está muy bien desarrollado, y rápido, como tiene que ser volar el puente en la guerra contra los fascistas. A Robert Jordan lo detesté por su manera de ser y por su estampa de típico héroe americano de ojos azules que todo lo puede y todo lo sabe, y a María más por parecerme boba e ingenua, todo un conejito. Pero al final los quise a ambos y comprendí porque cada quién era así, y terminaron pareciéndome una linda pareja a pesar de la brevedad de su relación. Anselmo y Fernando me cayeron bien (lástima que murieron), Pablo se me hizo una abominación pero soportable y Pilar una vieja gitana que mandaba a todos y se creía la mandamás, pero conforme iba leyendo, de un modo u otro me encariñaba con ellos, todos estaban ahí para algo. La narración muy buena, sobre todo la parte del pueblo de fascistas sitiados y aquellos personajes que tienen que marchar entre la turba enfurecida y morir a golpes en sus manos. Muy cruel e impactante y mi parte preferida de la novela, mucho más que la mancilla de María y su cabello. El final, desconcertante; en serio que no vi venir algo así. Yo esperaba que María y Robert vivieran juntos en Madrid y no que él muriera, pero hasta eso estuvo bien narrado y desenlazado, fue lo mejor.
Para finalizar buen libro, un poco pesado de leer (a mi me tomó poco más de un mes para acabar las más de 600 páginas, y eso que no lo agarraba mucho, je) pero vale la pena. Y sí, lo recomiendo ampliamente, no por nada se considera la obra maestra de su autor, Hemingway (de quien por cierto, me dan ganas de leer El viejo y el mar).
[Nota mental: prestárselo/devolvérselo a Lennon, pues en sí el libro es mío-suyo, con eso de que nunca supimos si la bolsa que contenía ese libro era mía o suya...]