Me gustó mucho, a decir verdad. El lenguaje del libro es más intenso y fuerte que el del los libros promedio, la trama es buena a pesar de ser muy muy en el fondo una historia de dos personas en busca de su complemento (y por ende, del amor) y tiene muchos giros inesperados. Además, aplaudo mucho a Violetta, una anti-heroína por excelencia con el desmadre que se carga por vida a más de 100 km/hora, el cual no deja de acelerar hasta que conoce a Pig, a quien no pude descifrar del todo, pero sí saber porque lo eligió como Diablo Guardián. Lo único que sí no me esperaba es que le dieran a ella punzadas en la conciencia por todo lo que le había hecho a sus padres, pero al final, por más perra que fuera seguía siendo humana. El que sí era un personaje ruin y cabrón fue Nefastófeles, el cual de leerlo hacía que me rechinaran los dientes del coraje que le tenía (literalmente), pero tenía cierta función en toda la novela, y si él no hubiera estado presente, Violetta y Pig nunca se hubieran conocido.
Conclusión: con gusto lo volvería a leer, ahora con más tiempo para poder desentrañar un poco más la cabeza de Pig, y explorar la cabecita retorcida de la señorita Schmidt. Por ahora, empezaré con otro libro de tema intenso y título que no mencionaré, por si no lo llego a terminar en estas vacaciones o lo dejo a medio terminar y yo con el título en el aire y todo el mundo (¿cuál?) quedándose en ascuas.
Al final, Violetta R. Schmidt se llevó el dinero, el Diablo Guardián y el Corvette amarillo, ¿ajá?
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