Pero al final, falto todo.
Me di cuenta, de que estaba viendo el escribirte más como una obligación y como la respuesta de rigor, aunque tú me habías dicho que no esperabas respuesta, y que si no la había, lo entenderías. Eso me presionó aún más a hacerlo, porque así soy yo, pues (¿lo seguirás sabiendo?).
Y al final, mejor decidí no hacerlo, tal vez no por ahora. Dejaré pasar más tiempo, y tal vez si vuelva a escribirte ahora tenga más razones para hacerlo, quizás porque habrá más que contar, pero no estoy muy segura.
Creo que lo mejor hubiera sido dejar las cosas como estaban, y no haberte respondido tu primer correo, pero me dejé llevar.
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