viernes, julio 24

Intenté.

Hoy intenté escribirte, aprovechando las circusntancias de la mañana. Quise dejar de darle la vuelta, con todos esos pretextos de la escuela, falta de tiempo, falta de ganas, falta del encuentro, lugar y hora adecuados para sentirme inspirada y mandarte un correo. Me acomodé, respiré hondo y empecé con un par de líneas, releyendo lo último que había sabido de ti, hace ya varios meses. Sabía que tenía muchas cosas que contarte, algunas que quería que supieras, otras que no sabía como decirte, y una que otra pendiente entre nosotros, pero que yo no recordaba a que se debía y no sabía como preguntarte.
Pero al final, falto todo.
Me di cuenta, de que estaba viendo el escribirte más como una obligación y como la respuesta de rigor, aunque tú me habías dicho que no esperabas respuesta, y que si no la había, lo entenderías. Eso me presionó aún más a hacerlo, porque así soy yo, pues (¿lo seguirás sabiendo?).
Y al final, mejor decidí no hacerlo, tal vez no por ahora. Dejaré pasar más tiempo, y tal vez si vuelva a escribirte ahora tenga más razones para hacerlo, quizás porque habrá más que contar, pero no estoy muy segura.
Creo que lo mejor hubiera sido dejar las cosas como estaban, y no haberte respondido tu primer correo, pero me dejé llevar.

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