Pues bien, el 2011 fue un buen año, en el que puedo decir que viví de todo: conocí y profundicé muchas amistades (aunque también descuidé, conocí dobles caras y dejé de lado otras, no lo negaré), tuve el cabello largo (y de un día para otro me lo corté y me despedí de años de crecimiento en poco más de 20 cm), aprendí un poco más de mi familia (y de mi misma, tanto cosas buenas como malas), redescubrí mi vocación (¡Pediatría!) y hasta tuve una computadora y teléfono nuevos, jeje. Fue un año que quise que pasara rápido, pero que ahora que se fue, lo extraño un poco, por haber sido crucial en muchos aspectos de mi vida, pero sé que debo dejarlo pasar para iniciar el que sigue, uno que el que hoy (el primer día de los 365 que lo conforman) ya por min me calló la inminente realidad: en 6 meses inicio mi Internado.
Aunque no esperase nada, en este año van a pasar muchas cosas, así que lo mejor es afrontarlas y estar preparada cuando lleguen, por lo que, en vez de propósitos, mejor tendré planes: como planear comer mejor (y no tener tantos desastres gastrointestinales), hacer ejercicio (el 5 retomo la natación :D) y ayudar en la casa y aprenderle todo lo que pueda a Marina (tanto en quehaceres como cocina), y ser mejor persona en general, sin tantos berrinches ni impulsos mensos o incluso gastos innecesarios, y con mejor decisiones y una nueva actitud que vaya a la par con un año tan maravilloso que se me (nos) presenta (claro, Lennon no puede faltar en otro año más de aventura por la vida uno al lado del otro).
Así que, ¡adelante!
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