Bien, debo admitir que no he estado tan aburrida, o más bien sin nada que hacer; o más bien, me aburro yo solita puesto que ya tenía muchos proyectos en mente (como hacer una bufanda con los dedos -¡sí se puede!-, origami, leer y estudiar un poco de la escuela -esto último si lo he hecho, con mi querida Farmacología-) pero luego me ganaba la tentación de la televisión y el andar de aquí para allá con los quehaceres, la comida y el baboseo infinito del Internet y Plantas vs. Zombis, así que luego ni hacía nada, y cuando menos me doy cuenta ya en menos de una semana entro a la escuela y no tengo cuadernos nuevos ni mochila limpia. Horror.
A pesar de todo ese desperdicio de tiempo del que suelo generalmente hacer mis vacaciones (debo decir que con todo me relaja bastante no hacer nada de nada, aunque luego me ponga a soñar con mi padre regañándome por mi promedio o exámenes raros para elegir plazas de Interntado), la semana pasada no fui tan mal ser humano, y estuve en el hospital, aunque fuera en calidad de bultillo, pues Marina anduvo mala (NAC) y anduve a su lado junto con mi tía gracias al poder del uniforme blanco, y ya apenas hoy la dieron de alta y ya está en casa, lo que realmente a todos les sube el animo y hace que allá un ambiente más ameno (pues en los días pasados siento que mi papá y mi hermana y yo hemos estado tensos y por eso luego teníamos pequeñas riñas), todos cuidándola y protegiéndola y haciendo todo lo que se pueda para que no recaiga ni le pase nada malo. Por lo tanto, la semana pasada se me pasó rapidísimo, en la mañana ayudando en la casa y en la tarde estando con Marina en el hospital y yendo y dejando a mi tía en su casa. Incluso doné sangre ayer para ella, aunque no le hizo falta, así que al final fue un mero acto altruista que me encanta (significa mucho para mi el donar sangre, pero ya un día escribiré largo y tendido sobre ello...o algo así).
Y pues ya, tan tan. Nada más espero mi regreso a clases.
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