(Osease una pequeña anécdota del día de hoy, dedicada a los otros protagonistas de la misma; realmente no sé que sería de mi sin ellos. Los amo y punto).
Había una vez tres amigos llamados Nella, Neko y Lennon, quienes ya habían acabado su primer trimestre de materias en el
honorable CMN La Raza, y como no tenían nada mejor que hacer y seguramente no les gustaba dormir o quedarse en su casa, usaron su semana intertrimestral para ir al
aún más honorable INPER para ñoñear y ganar puntos con su maestro de Ginecología midiendo fondos de saco y viendo a señoras embarazadas por 3 días. El primer día, Nella pensó que no estaría mal irse en el coche
kamikaze para llegar a tiempo y demás, pero poco sabían aquellos medicoblastos de que a esas horas Reforma está
increíblemente atascado, y aunado a la falta de orientación de todos los integrantes de la tropa y la falta de algún
viene-viene y más bien un
valet parking caro, resultó en llegar tarde al famoso Instituto, pero aún así todos vieron a muchas señoras panzonas y usaron el Doppler y midieron fondos de saco y se demoraron de más en la consulta. Tan tan que todos salieron felices, y al día siguiente acordaron cambiar la estrategia e irse en transporte público, mezclando metro,
peiser (osease, pesero) y pies. Así que el segundo día, tras asistir por última vez (en el trimestre) al
honorable CMN La Raza, los tres tomaron el metro (error), el cual se mostró con decenas de individuos empujándose y ansiosos de ocupar un cachito de los vagones (especialmente en la sección de mujeres, en dónde los codazos abundaban o_o), por lo que Lennon inteligentemente sugirió que todos se fueran hacia la terminal para ocupar lugar por estar todo más despejado. Nella y Neko aceptaron, pero al llegar a la estación de Indios Verdes (error 2), resultó que no había modo de dar la vuelta para tomar el vagón desde el otro lado, más que saliéndose de los andenes y volviendo a pagar un boleto para entrar (además de sortear la horda de
mujeres-suelta-codazos-deseosas-de-tomar-un-vagón), por lo que mejor se salieron y buscaron usar el
famoso Metrobús, terminando finalmente en un camión verde que por módicos $4.50 hicieron un recorrido
semi-turístico empezando al pasar de cerca por la Villa para agradecer indirectamente el sobrevivir al
honorable CMN La Raza, continuando con la larguísisisima Calzada de los Misterios, paseo de la Reforma y sus banquitas y bicicletas y terminando cerca del Auditorio Nacional. Tras tomar otro camión (con un chófer que no dejaba de vociferarles a los pasajeros que el timbre
sí servía y que se acomodaran
de ladito para ocupar más espacio), ir en dirección errónea y confundir el
INPER-naranja con
otro-edificio-naranja-con-el-espectacular-en-un-costado-de-una-película, llegaron al hospital en cuestión de nuevo tarde, viendo nada más a dos señoras panzonas, pero platicando un buen rato con el Dr. Cerna, en pos de
hacer mutis (como diría Nella), hasta la próxima clase...sí, la de las 5 de la tarde.
Tras discutir las posibles opciones y sus pros y contras (las casas de cada quién, el zoológico, una plaza) y comer manzana rodada en Miguelito, los tres medicoblastos decidieron irse al metro más cercano, en un peiser muy parecido a un ataúd por dentro, llegando a una de las estaciones más olvidadas y feas, aunque eso no importaba.
En eso estaban, ya a punto de continuar su viaje hacia el metro, cuando Neko abrió sus ojos, puso carita de preocupación, y sólo exclamó:
-¿No han visto mi abrigo morado?
(error 3)
Sobar decir que Nella y Lennon negaron con la cabeza, pusieron cara de "Oh my...!" y luego luego aceptaron emprender de nuevo tooodo el trayecto de subida hacia en el famoso INPER en otro peiser, con la esperanza de que el abriguito en cuestión de su amiga/novia despistada si estuviera en la parada del peiser olvidado y esperando a su dueña, la cual no dejaba de hacer chonguitos y visualizar a su abriguito morado en espera de que alguien más no lo hubiera tomado. Ya al llegar de nuevo a la parada del INPER, los tres bajaron rápido y Neko corrió y corrió a buscar su prenda, y ¡oh no!
(error 4)
Ni aquí ni allá, no estaba el famoso abriguito morado, y tras buscar dentro del INPER junto con Nella y no encontrar nada, Nella y Lennon con cara de preocupación/angustia al ver a Neko con la lágrima al borde del ojo y lanzando impertinencias mentales a aquel responsable de haberse llevado su abrigo y pensando que su vida era una serie de eventos desafortunados, volvieron a tomar el peiser (el cual, cabe decir, era aquel con atuendo de ataúd que habían tomado la pimera vez que bajaron) en un silencio sepulcral y resignado.
Minutos después, llegaron (una vez más) a la estación del metro. Nella y Lennon se bajaron del peiser, cuando de repente escucharon una vocecita ilusionada decir:
-¡Aquí estaba mi abrigo!
Sobra decir que fue una coincidencia-afortunda-milagrosa-casual-causal que a último momento a la señorita Neko se le ocurriera mirar abajo de su asiento.
Y así los tres medicoblastos y amigos entraron al metro, y Lennon se fue a su casa, y Neko y Nella a bobear a una plaza sin comprar nada hasta que fuera hora de tomar clase, tras comer cantidades industriales de Miguelito sólo, con manzana o con papas fritas y salsa y limón. Ahora a ver que les depara el destino para el tercer día, tan tan (mínimo que todos lleguemos temprano y nada se pierda, ¡por favor!).
1 comentario:
jaja aqui no hay boton de: me gusta!, pero me gusta!
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