Mañana inicio con las clases de mi quinto semestre, el último antes de entrar a las famosas,esperadas y deseadas clínicas, ¡oh, clínicas!
Pero hoy, aparte de ser el último día de vacaciones, inicia cuenta regresiva a un mes de mi cumpleaños, lo que significa... ¡oh no, los veinte! ¡la segunda década! ¡la veintena! ¡el horror, la tragedia, la desgracia! ¡la adultez ya prácticamente en toda la extensión de la palabra (bueeeeno, se puede atenuar poniéndole la palabra "joven")!
Normalmente me gusta cumplir años, aunque desde que cumplí los 18 me mostré un poco
renuente a ello. Incluso en los 19 me costó acostumbrarme a esa edad hasta mucho tiempo
después, pues todavía no me sentía acorde a la edad. Por esas fechas, veía bien de
lejitos a mis veinte, con aprensión y recelo, pues el hecho de cambiar la cifra decimal
a "1" a "2" me aterra. Y empecé a tenerle más temor el día que mis amigos empezaron
a cumplir 20: Soni, Nella, Isbo, Lennon, Ady, Ro (próximamente, Fabo). Ya tenían esa edad
y seguían igual, como sí nada. Supongo yo me esperaba una digievolución a adultos, con ropa de gente grande y cosas así, pero para nada. Eli, a sus 21 añotes sigue vistiéndose como cuando tenía 19, así que no es para tanto, la exagerada soy yo. Pero, aún así, aún así, no tengo muchas ganas de cumplir años, quiero seguir teniendo la edad que dice mi canción favorita. Además, sé que en un mes, que cumpla veinte, todo empezará a ir más rápido, y de repente se pasarán como agua los 21, 22, 23 y así hasta llegara los 30 (¡el horror! ¡el adulto hecho y derecho!), no cómo cuando cumplí 10, y y se veían eternos los días hasta los 11, 12 y demás años que siguieron de la adolescencia. Se me hacían tan eternos y tan diferentes, pues yo misma iba siendo diferente e iba cambiando.
Ahora ya no; dudo que crezca (sólo a los lados, sniff) y lo que me saldrá serán arrugas y granos, y seguiré siendo plana como tabla (bueno, no tanto, pero sí un poco, sniff sniff). Los adultos me verán más como ellos, pero no del todo, porque siento que seré de ese sector de "adultos incomprendidos", refiriéndome a aquellos que siguen prefiriendo ver caricaturas (Mansión Foster para Amigos Imaginarios, ¡sí :D!) a escuchar noticias, toman leche de chocolate en vez de café (a veces) y usan botas con calaveras (aunque también ya estoy aprendiendo a caminar con tacones). En resumen, no quiero, aunque tengo qué.
Aunque, en el fondo tengo cierta curiosidad de saber que me deparan los años que viene, y es interesante el saber que ya no me veo como hace unos años (al menos mi cara no es tan redonda, no mucho) y que mi estilo es cada vez más genial :) Aún así, seguiré siendo joven de corazón (¡clichè!), o por lo menos medio mensa, terriblemente ingenua y noble, simple (¡cómo se ríen de mi porque me río cuando veo comerciales!), estornudando chistoso (no es ¡achú!, es ¡cha-chú!/¡tssschiuuú-chú!), usando ropa (negra) que a mis padres no les gusta (mucho), caminando como pollo quemado con tacones, abusando del delineador negro (la verdad, ya no, pero en sí todavía no aprendo a maquillarme), y escribiendo todas mis boberías por acá, por los siglos de los siglos, a los 20, 40 y hasta 50.
Y sí, seguiré sin saberme pintar mis pestañas (creo), pero con Lennon (awww, ¡Lennon! ♥)
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