Que ayer me pongo a cocinar por ocio y simplemente por ganas de empezar a poner a prueba mi
sazón (¡oh, mi familia dijo que había quedado sabroso!). Peeero, desde la mañana traía retortijones y después de comer, fue peor. Panza inflada ("this big", como diría la azagata, pero sólo a ella le sale esa frase tan pocha / ridícula, quizás porque ella sí que tenía panza, ¡ja!) y dolor de estómago seguro, que desembocó en fiebre en la noche. Todos espantados (aunque ni llegó a los 39 °C), mi hermana gritando que si tenia influenza. Pfff, yo simplemente me sentía de la fregada y todo me dolía, por lo que me fui a dormir, esperando descansar un poco.
Ah, gran error. Dos horas y desperté. Un dolor-de-cabeza-aprieta-sienes no me dejaba dormir, por más que lo intentara. Y el calor entorpecía las cosas.
Ok, subo al cuarto paterno a quejarme. Me mandan por un paracetamol. Vuelvo a intentar dormir.
Nada, dos horas después estoy peor. Decido no volver a subir a quejarme de mi precario estado de salud y quedarme debatiendo entre la lucha sueño / dolor de cabeza / ¡argh!. Hasta que me harté, y decidí usar mi insomnio poniéndome a leer (irónicamente, La Historia Interminable, de la cual puedo decir, que aunque no me gustaban mucho mucho sus dibujos, el libro en sí está interesante, además de que el autor es alemán, oh mein Got!), ¡y si funcionó!
Dormí reparadoramente un par de horas en la sala, con Nina y la colcha de la cama. Así, decidí irme de nuevo a mi cuarto, no sin antes pasar (de nuevo) al cuarto paterno, notificar mi mejoría (con todo y carita dormilona-feliz) y recoger mi celular con alarma programada para ir a correr, cosa que no hice (y tuve que avisar a Caty, ay) porque se me prohibió por haber estado enferma.
Pero ya me siento mejor (: y hago justamente lo que dice mi título, riquísimo.
Y al rato, me prepararán atole de arroz para mi pancita yummy, yummy.
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