sábado, junio 21

Tu (típica y rutinaria) llamada.

Por breves segundos creo que es molesto estar al borde de la crisis nerviosa por tu culpa,
además de esta taquicardia que está bien renuente a irse. Sigo esperando tu llamada, como la he estado esperando por todos los minutos de este día. Bien podría mandarte un mensaje y reclamar mi derecho a oírte y sería quasi automática la respuesta a mi llamado, pero a) el orgullo (?) me gana, y b) soy una grandísima masoquista, y sé que en el fondo me gusta atormentarme con el corazón en la mano, esperando por ti.
En fin, sé que aunque marques tarde o temprano, la reación será la misma: daré un gritito (que más bien será el sonido de la felicidad concentrado), me pondré todavía más nerviosa, y al saber que eres tú, intentaré sonar casual y despreocupada, como si apenas me acordara que habías quedado en hablar por teléfono conmigo hoy -y ni siquiera hubiera tenido la idea de correr y escribir aquí para distraerme y desahogarme, rescatando este lugar ahora que tengo tanto tiempo que puedo asquearme de ello a ratitos- (aunque tal vez tu estés igual de nervioso que yo, y también busques sonar casual y despreocupado, como si apenas te acordaras que habías quedado en hablar por teléfono conmigo hoy, lo que estoy casi segura es verdad), tontamente alagaré la conversación y mis niveles de serotonina aumentarán.
Así de simple y predecible soy.
(En otras palabras: ¡llama ya Lennon!)
Y al final de todo, terminaremos poniéndonos de acuerdo para lo planeado, y nos veremos mañana (realmente espero que sí, aunque igual te veré el Lunes) a pesar de que me ponga más (sí, soy soy muy muy muy muy nerviosa al querer ser muy muy muy muy digna de ti) nerviosa si voy a ver a tu familia. O si salimos juntos, esos nervios locuaces de la espera, el arreglarse y el finalmente verte y sentirme como me he sentido desde hace ya casi 7 meses(...!).
(Y en todo este lapso escrito, reescrito y revisado y vuelto a revisar, sigues sin marcar u_u...)
Ring, ring...

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